Dialogando con un grupo de jóvenes sobre el tema de la felicidad pude percatarme de las dudas que tienen al respecto: ¿Puedo ser feliz cuando mi vida no tiene buen pasado? ¿Para ser feliz tengo que dejar las diversiones? Otros decían: ¿El dinero es un obstáculo para ser feliz? ¿Se puede llegar a ser feliz cuando estás lleno de problemas? ¿Cómo levantarme después de un fracaso en la escuela?
Les contesté que no hay verdadera felicidad sin sabiduría, que ésta se puede encontrar en todas la etapas de la vida y que la felicidad no es:
Ausencia de diversiones.
Divertirse sin destruirse es saber ser feliz, sólo los tontos se divierten destruyéndose. Obsérvese como los niños son felices con las cosas más sencillas: un juguete, un dulce, un amigo, un cuento. Aun en las peores circunstancias ellos ríen, juegan y son felices. Entienden que la vida es una fiesta a la que fueron especialmente llamados. Su ejemplo nos recuerda que la verdadera diversión es la que nace de uno y no la que está condicionada a factores o propuestas externas. Hoy en día hay formas de pasar la vida, que en sí, no tienen nada de divertido como lo es el libertinaje sexual en el que se transgreden los límites de la propia naturaleza y se raya en el desorden moral, social y espiritual. Es cierto que tenemos derecho a divertirnos, pero nunca optando por aparentes formas de diversión que sólo llegan a la destrucción de la persona.
La felicidad no es olvidarse del pasado.
¡Ya lo pasado, pasado!¡Tú vive en el presente!¡Olvídate del pasado! Son frases frecuentemente escuchadas que expresan a veces la falta de responsabilidad sobre lo que se ha vivido. La felicidad no es cuestión de un poco de timpo sino que es el resultado de unificar las experiencias pasadas y presentes y de valorarlas, necesitamos reconciliarnos con lo que pasó, amarlo y no olvidar que el presente es el resultado de las acciones realizadas con anterioridad. El futuro, por su parte, es aquello todavía no alcanzado que, sin embargo, es una realidad actual y activa en uno mismo.
La tentación dde proyectarse a una vida feliz sin asumir el pasado y la realidad actual suele ser el resultado de jóvenes idealistas. Ignorar de dónde venimos no es saber hacia doónde vamos. Intentar olvidar intencionalmente lo pasado es exponerse a buscar la felicidad siempre por los mismos caminos y cometer entonces los mismos errores.
La felicidad no depende de las derrotas.
Existe una máxima que dice: "La madre del éxito son los fracasos", cada fracaso nos hace más listos. Hoy muchos creen que ser feliz es no tener ningún fracaso porque algunos de nuestros mayores nos enseñaron que la felicidad se encuentra en el no equivocarse, hoy grandes personas nos enseñan lo contrario. Tómese en cuenta que la condición humana por su propia naturaleza está expuesta a cometer errores que no tienen la última palabra, si los aprovechamos tendremos una puerta abierta a la felicidad.
Es una mentira creer que la gente exitosa no comete errores, como todos los cometemos, la diferencia está en que tratan de no repetirlos. La felicidad se construye con glorias y penas, éxitos y fracasos, con errores y aciertos, lo único que hay que hacer es aprender.
La felicidad no es un camino, es un destino marcado por 3 cosas: saber lo que debo creer, saber lo que debo desear y saber lo que debo hacer.
La felicidad no es ausencia de problemas.
Comúnmente se piensa lo contrario, pero la felicidad es algo que se va haciendo todos los días, en ellos encontraremos diversidad de situaciones algunas de las cuales son problemáticas. Éstas situaciones son medios que nos permiten madurar y encontrar la auténtica felicidad. Los problemas no son nuestros enemigos, la vida los presenta para que los resolvamos y no para pelear con ellos. No son ellos quienes estropean nuestros días felices sino nuestra impaciencia y la falta de decisión para resolverlos. Recordemos que no desaparecerán sino hasta cuando estemos 3 metros bajo tierra. Aprendamos a vivir felices en medio de las situaciones problemáticas, si logramos hacerlo esto será para nosotros una bendición.
El dinero no es la felicidad.
Dice un dicho popular, "el dinero no lo es todo en la vida pero como ayuda", y en cierta manera es verdad. El problema del dinero radica en la forma de obtenerlo y de gastarlo más que de tenerlo todo o no. Una sociedad de consumo, como en la que vivimos, nos impulsa a creer que una persona tiene mayor valor si es capaz de adquirir más, se asocia entonces la felicidad con la posesión de dinero y el poder adquisitivo.
"El que ama el dinero nunca tiene lo suficiente" (cf. Ecl 5, 9; Prov 30, 8-9). "La raíz de todos los males es el amor al dinero" (cf. Mt 6, 24; 1 Tim 6, 10). Estas afirmaciones son un parámetro que nos ayudan a saber tener y gastar el dinero.
No son las riquezas las que nos proporcionan la felicidad sino la tranquilidad y el trabajo hecho honestamente.
Conclusión.
No está la felicidad en vivir sino en saber vivir, no vive más el que vive sino el que mejor vive; porque no mide el tiempo de vida sino el empleo de ella. Feliz aquél que no pierde la fuerza de la fe y aprende a ser feliz en medio de cualquier situación que la vida le presenta.
Les contesté que no hay verdadera felicidad sin sabiduría, que ésta se puede encontrar en todas la etapas de la vida y que la felicidad no es:
Ausencia de diversiones.
Divertirse sin destruirse es saber ser feliz, sólo los tontos se divierten destruyéndose. Obsérvese como los niños son felices con las cosas más sencillas: un juguete, un dulce, un amigo, un cuento. Aun en las peores circunstancias ellos ríen, juegan y son felices. Entienden que la vida es una fiesta a la que fueron especialmente llamados. Su ejemplo nos recuerda que la verdadera diversión es la que nace de uno y no la que está condicionada a factores o propuestas externas. Hoy en día hay formas de pasar la vida, que en sí, no tienen nada de divertido como lo es el libertinaje sexual en el que se transgreden los límites de la propia naturaleza y se raya en el desorden moral, social y espiritual. Es cierto que tenemos derecho a divertirnos, pero nunca optando por aparentes formas de diversión que sólo llegan a la destrucción de la persona.
La felicidad no es olvidarse del pasado.
¡Ya lo pasado, pasado!¡Tú vive en el presente!¡Olvídate del pasado! Son frases frecuentemente escuchadas que expresan a veces la falta de responsabilidad sobre lo que se ha vivido. La felicidad no es cuestión de un poco de timpo sino que es el resultado de unificar las experiencias pasadas y presentes y de valorarlas, necesitamos reconciliarnos con lo que pasó, amarlo y no olvidar que el presente es el resultado de las acciones realizadas con anterioridad. El futuro, por su parte, es aquello todavía no alcanzado que, sin embargo, es una realidad actual y activa en uno mismo.
La tentación dde proyectarse a una vida feliz sin asumir el pasado y la realidad actual suele ser el resultado de jóvenes idealistas. Ignorar de dónde venimos no es saber hacia doónde vamos. Intentar olvidar intencionalmente lo pasado es exponerse a buscar la felicidad siempre por los mismos caminos y cometer entonces los mismos errores.
La felicidad no depende de las derrotas.
Existe una máxima que dice: "La madre del éxito son los fracasos", cada fracaso nos hace más listos. Hoy muchos creen que ser feliz es no tener ningún fracaso porque algunos de nuestros mayores nos enseñaron que la felicidad se encuentra en el no equivocarse, hoy grandes personas nos enseñan lo contrario. Tómese en cuenta que la condición humana por su propia naturaleza está expuesta a cometer errores que no tienen la última palabra, si los aprovechamos tendremos una puerta abierta a la felicidad.
Es una mentira creer que la gente exitosa no comete errores, como todos los cometemos, la diferencia está en que tratan de no repetirlos. La felicidad se construye con glorias y penas, éxitos y fracasos, con errores y aciertos, lo único que hay que hacer es aprender.
La felicidad no es un camino, es un destino marcado por 3 cosas: saber lo que debo creer, saber lo que debo desear y saber lo que debo hacer.
La felicidad no es ausencia de problemas.
Comúnmente se piensa lo contrario, pero la felicidad es algo que se va haciendo todos los días, en ellos encontraremos diversidad de situaciones algunas de las cuales son problemáticas. Éstas situaciones son medios que nos permiten madurar y encontrar la auténtica felicidad. Los problemas no son nuestros enemigos, la vida los presenta para que los resolvamos y no para pelear con ellos. No son ellos quienes estropean nuestros días felices sino nuestra impaciencia y la falta de decisión para resolverlos. Recordemos que no desaparecerán sino hasta cuando estemos 3 metros bajo tierra. Aprendamos a vivir felices en medio de las situaciones problemáticas, si logramos hacerlo esto será para nosotros una bendición.
El dinero no es la felicidad.
Dice un dicho popular, "el dinero no lo es todo en la vida pero como ayuda", y en cierta manera es verdad. El problema del dinero radica en la forma de obtenerlo y de gastarlo más que de tenerlo todo o no. Una sociedad de consumo, como en la que vivimos, nos impulsa a creer que una persona tiene mayor valor si es capaz de adquirir más, se asocia entonces la felicidad con la posesión de dinero y el poder adquisitivo.
"El que ama el dinero nunca tiene lo suficiente" (cf. Ecl 5, 9; Prov 30, 8-9). "La raíz de todos los males es el amor al dinero" (cf. Mt 6, 24; 1 Tim 6, 10). Estas afirmaciones son un parámetro que nos ayudan a saber tener y gastar el dinero.
No son las riquezas las que nos proporcionan la felicidad sino la tranquilidad y el trabajo hecho honestamente.
Conclusión.
No está la felicidad en vivir sino en saber vivir, no vive más el que vive sino el que mejor vive; porque no mide el tiempo de vida sino el empleo de ella. Feliz aquél que no pierde la fuerza de la fe y aprende a ser feliz en medio de cualquier situación que la vida le presenta.
Fuente: Revista Inquietud Nueva
No hay comentarios:
Publicar un comentario