Es el Espíritu quien da «la identidad» al
cristiano. Por ello –dijo el Papa Francisco en la homilía de la misa celebrada
el martes 2 de septiembre en Santa Marta– «tú puedes tener cinco licenciaturas
en teología, pero no tener el Espíritu de Dios». Y «quizá tú serás un gran
teólogo, pero no eres un cristiano», precisamente «porque no tienes el Espíritu
de Dios».
Así, hizo hincapié, «muchas veces nos
encontramos, entre nuestros fieles, ancianitas sencillas que quizá no
terminaron la escuela primaria, pero que te hablan de las cosas mejor que un
teólogo, porque tienen el Espíritu de Cristo». Y propuso el ejemplo de san
Pablo, que para sus eficaces predicaciones no poseía particulares referencias
académicas –no había tenido cursos de «sabiduría humana en la Lateranense o en la Gregoriana», dijo– sino
que hablaba según el Espíritu de Dios.
«Dos veces», destacó el Papa, en el pasaje
evangélico de Lucas propuesto por la liturgia (4, 31-37) se encuentra la
palabra «autoridad». La gente «se quedaba asombrada de la enseñanza de Jesús
porque su palabra estaba llena de autoridad», afirmó el Pontífice. Y después,
precisamente al final del pasaje, el evangelista de nuevo escribe que «quedaron
todos asombrados y comentaban entre sí: ¿Qué clase de palabra es esta? Pues da
órdenes con autoridad». En definitiva, continuó, «la gente se asombraba porque
Jesús cuando hablaba, cuando predicaba, tenía una autoridad que no tenían los
otros predicadores, que no tenían los doctores de la ley, los que enseñaban al
pueblo».
La pregunta que hay que hacerse es: «¿qué
es esta autoridad de Jesús, esa doctrina nueva que asombra a la gente, esto que
es diferente al modo de hablar, de enseñar de los doctores de la ley?». Y la
respuesta es decisiva. «Esta autoridad –explicó el Pontífice– es precisamente
la identidad singular y especial de Jesús». En efecto, «Jesús no era un
predicador común; Jesús no era uno que enseñaba la ley como todos los demás: lo
hacía de modo diverso, de un modo nuevo, porque Él tenía la fuerza del Espíritu
Santo».
El Papa Francisco recordó que «ayer, en la
liturgia, leímos el pasaje en el que Jesús se presenta, visita la sinagoga y
refiriéndose a sí mismo, dice aquellas palabras del profeta Isaías: “El
Espíritu del Señor está sobre mí, porque Él me ha ungido. Me ha enviado a hacer
esto”». Confirmando que «la autoridad que tiene Jesús –explicó– viene
precisamente de esta unción especial del Espíritu Santo: Jesús es el ungido, el
primer ungido, el verdadero ungido». Y «esta unción da autoridad a Jesús».
«La identidad propia de Jesús es el ser
ungido» recalcó el Pontífice. Él es «el Hijo de Dios ungido y enviado, mandado
para traer la salvación, la libertad». Por lo tanto, «esta es la identidad de
Jesús y por eso la gente decía: “Este hombre tiene una autoridad especial, que
no tienen los doctores de la ley que nos enseñan”». Pero, añadió el Papa,
«algunos se escandalizaban de esa modalidad de Jesús, de ese estilo de Jesús».
He aquí que la «libertad, la identidad de
Jesús, es precisamente la unción del Espíritu Santo». Y nosotros, exhortó el
Papa Francisco, podemos preguntarnos cuál es nuestra identidad de cristianos».
En la primera carta a los Corintios (2, 10-16) san Pablo lo explica así:
«Cuando explicamos verdades espirituales a hombres de espíritu, no las
exponemos en el lenguaje que enseña el saber humano». Y al respecto, el
Pontífice destacó que «la predicación de Pablo» no surge de la «sabiduría
humana», porque sus palabras le fueron «enseñadas por el Espíritu». Él, en efecto,
evidenció el Papa, «predicaba con la unción del Espíritu, expresando cosas
espirituales del Espíritu en términos espirituales».
Pero, puso en guardia el Papa Francisco
haciendo propias las expresiones de san Pablo, «el hombre abandonado a sus
fuerzas no comprende las cosas del Espíritu de Dios; el hombre por sí solo no
puede entender esto». Así, «si nosotros cristianos no entendemos bien las cosas
del Espíritu, no damos y no ofrecemos un testimonio, no tenemos identidad». Y a
fin de cuentas, «estas cosas del Espíritu» parecen sólo «locura», tanto que los
que no tienen una identidad «no son capaces de entenderlas».
El Pontífice, refiriéndose nuevamente a la
carta de san Pablo, recordó que «el hombre movido por el Espíritu, en cambio,
juzga cada cosa: es libre, sin poder ser juzgado por ninguno». En efecto,
añadió citando las palabras del apóstol, «¿quién ha conocido la mente del
Señor? Ahora nosotros tenemos la mente de Cristo, es decir, el Espíritu de
Cristo». Y, de hecho, «esta es la identidad cristiana: no tener el espíritu del
mundo, ese modo de pensar, ese modo de juzgar».
En definitiva, «lo que da autoridad, lo
que da identidad es el Espíritu Santo, la unción del Espíritu Santo». Por eso,
según el Papa, «el pueblo no amaba a los predicadores, a los doctores de la
ley, porque hablaban, en verdad, de teología, pero no llegaban al corazón, no
daban libertad, no eran capaces de hacer que el pueblo encontrase la propia
identidad, porque no estaban ungidos por el Espíritu Santo». En cambio,
precisó, «la autoridad de Jesús –y la autoridad del cristiano– viene precisamente de esta capacidad de
entender las cosas del Espíritu, de hablar la lengua del Espíritu; viene de
esta unción del Espíritu Santo».
El Papa Francisco concluyó pidiendo al
Señor que nos dé «la identidad cristiana, la que Tú tenías: danos tu Espíritu;
danos tu modo de pensar, de sentir, de hablar: es decir, Señor, danos la unción
del Espíritu Santo».
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