Los católicos muchas veces somos criticados por otras religiones y ateos de porqué bautizamos a los bebés y niños si no tienen aún uso de razón (no abordaremos en este artículo las razones teológicas de hacerlo).
La respuesta a esta pregunta es algo muy simple en realidad. Desde el punto de vista humano, es como cualquier otra decisión que toma un padre por sus hijos. ¿Tu das a elegir a tu hijo si va a ir a la escuela? ¿Lo dejas elegir si quiere comer verduras o si quiere comer dulces todos los días? ¿Lo dejas elegir si salirse todo el día a jugar con gente desconocida o de mala pinta?
En innumerables ocasiones los padres eligen lo que quieren que su hijo sea o haga, esto de acuerdo a sus propias ideas. De chicos aun no saben elegir y no son lo suficientemente maduros para hacerlo bien. Por eso el padre elige incluso el modo de pensar del hijo de muchas formas: qué es lo bueno y que es lo malo, sus creencias, prejuicios, tabúes, y todo tipo de cuestiones son elegidas por los padres y enseñadas a los hijos. De esta manera si los padres creemos que la religión católica es la única, la mejor, la más apta para nuestros hijos y les inculcamos esto, ¿Qué tiene de malo? ¿Acaso sería mejor que el hijo decidiera todo lo que dice querer? ¿No nos damos cuenta que si damos a elegir todo a nuestros hijos estaríamos haciendo mal porque, si incluso algunos adultos no saben lo que quieren, como pretendemos que ellos lo hagan bien?
Obviamente nosotros los adultos somos personas con más experiencia de la vida, queremos que nuestros hijos lo hagan mejor que nosotros, y por eso los dirigimos, mientras están en nuestra tutela, a donde creemos que es lo mejor. De esta manera unos padres ateos los dirigirán hacia el ateísmo, los agnósticos hacia el agnosticismo, etc... y todos creerán que es lo mejor. Si tu eliges no bautizar a tus hijos lo haces porque crees que eso es lo mejor como padre, así también los católicos lo hacemos por la misma razón.
Lo más importante es que cada uno haga lo que le dicta su conciencia ya que el Señor tiene caminos distintos y únicos para cada uno de nosotros, quien quita que un día el Señor les muestre otro camino mejor (quizás por medio de nosotros, o quizás de otras formas).
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